Estaba abstraído, como en otro mundo a pesar de estar en clase de filosofía o tal vez por ello. Sus ojos no dejaban de mirar a aquella chica que se sentaba unos pupitres más adelante. Sin más empezó a preguntarse por como sería el sabor de sus besos, el olor de su pelo, el sonido de su risa o el tacto de su lengua. Incluso se sorprendió poniéndole nombre a aquella casí desconocida, para él era Ángela.
Por fin se decidió a levantarse para hablar con ella. Intentando que su miedo no le dejase pegado a la silla, se acerco rápido y con decisión al lugar donde se sentaba. Empezó a hablar con un lígero tartamudeo a lo que ella respondió con una media sonrisa. A partir de ahí las palabras comenzaron a volar, a salir despedidas entre los dos como si no existiera nadie más. Descubrió que su nombre era Ana, que su pelo casi ensortijado olía a champú infantil, y que su risa sonaba como unos cascabeles movidos con gracia. Cuando por fin le dio un beso, se le lleno la boca de un amargo sabor a grafito.
Nunca se levantó, tan solo había estaba soñando despierto.
1 comment:
El poder de la imaginacion, de los sueños, de las noches de cielo despejado, pero sobre todo la magia de la mujer...
Post a Comment